domingo, 3 de enero de 2010

ARTICULO DE ELBACE EN EL COLOMBIANO

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Opúsculo contra el uso de bebidas embriagantes

Elbacé Restrepo - Publicado el 3 de enero de 2010

Confieso que desconocía el significado de la palabra opúsculo, pero el DRAE me sacó de dudas: obra científica o literaria de poca extensión, ensayo, tratado.

Entonces cobró sentido la Ley 86, promulgada por el Congreso de Colombia en 1928: "El Ministerio de Educación Nacional organizará opúsculos contra el alcoholismo, sociedades de temperancia y cuantos medios estime conducentes, una activa y perseverante campaña contra el uso de bebidas embriagantes, que es la lepra de las clases obreras, causa principal del aumento de la miseria y de la criminalidad".

A finales del siglo XIX y principios del XX, el consumo de licor era una preocupación nacional. En una amena crónica de mi paisano y amigo Horacio Puerta Cálad, publicada en la revista Mirador del Suroeste , se lee sobre esta problemática y una solución efímera en Ciudad Bolívar: "La batalla contra ese mal la dio el presbítero Pedro Pablo Restrepo, inculcándoles a los habitantes valores de civismo y amor al terruño. La iniciativa de crear la Sociedad de la Temperancia congregó a las más representativas cabezas de las principales familias de la comunidad, adoptándose también la siguiente frase que debía anteceder la firma de los temperantes: 'los abajo firmantes prometemos por nuestra palabra de honor y por nuestra fe de caballeros, abstenernos de usar bebidas alcohólicas durante un año".

Firmaron más de cuarenta señores, pero la palabra de honor y la fe de caballeros, que revalidaban cada año, les duró apenas un lustro. Vencieron los detractores de la abstinencia y el efecto negativo en las remesas que el municipio remitía a las arcas departamentales.

El rigor de la historia nos deja saber, 80 años después, que los intentos de erradicar el alcoholismo no dieron ningún resultado, que el poder del dinero ha sido irrefutable siempre y que la presión social por aquello de las "libertades individuales" tampoco es nueva y gana batallas.

La ley 86 de 1928 dejó entre el tintero "el deber primordial de enseñar a los niños, por lecciones especiales, por medio de lecturas, de dictados, de problemas bien escogidos, los peligros físicos, morales y sociales del alcoholismo; que deben inspirar a sus discípulos el respeto de sí mismo, el horror a la embriaguez, y enseñarles hábitos de sobriedad, de orden y de economía, ayudándoles así a prepararse un porvenir dichoso".

Muy bonita la ley, pero no sólo se diluyó en el tiempo sino que sufrió un cambio radical de perspectiva: se promulgó para luchar con educación contra el consumo de licor, pero después pasaron la enseñanza, la salud y los deportes a ser subsidiados por las licoreras del país, ¡qué contradicción! De ahí el remoquete de "Estado cantinero" que se ha granjeado Colombia.

Hoy no hay quien se enfrente a ese monstruo de siete cabezas, y falta que hace. Una Sociedad de la Temperancia mataría de risa a más de uno, pero lo cierto es que por acción u omisión, por permisividad y por falta de moderación, hemos convertido el consumo de licores "espirituosos" y otras yerbas modernas en un verdadero drama social que cada día cobra más adictos, víctimas diría yo, que tienen a leguas el porvenir dichoso.

cortesia extraida de el peridico el colombiano

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