domingo, 23 de mayo de 2010

el rincón de Elbace


Elbacé Restrepo

Espantaclientes al por mayor
Elbacé Restrepo | Publicado el 23 de mayo de 2010
No hay indicios en el almanaque, pero creo que el pasado sábado se celebró el Día Internacional del Empleado Fastidioso. O tal vez una fuerza desconocida me empujó a padecer a todos los vendedores malgeniados en una sola tarde.

Tengo congelada la imagen de una cajera prepotente, ofuscada porque la señora que pagaba tuvo que devolver un producto por física iliquidez monetaria, y los gruñidos de otra porque, víctima de su propio despalome, registró en una cuenta un artículo que había sido abandonado por un cliente anterior. Inolvidable también el escándalo que hizo el vendedor de una farmacia cuando le pregunté si vendían plantillas para zapatos. "¿Plantillas? ¿En una farmacia?, ¿cómo se le ocurre?" dijo a viva voz y con los ojos abiertos hasta donde no le daban más los párpados. "Pues así como venden chicles, pestañina y tarjetas de celular. Gracias y perdón por las molestias causadas", susurré y salí despavorida, casi avergonzada de mi ignorancia y con ganas de jamás volver. Él, seguro, recordará entre burlas a una idiota que preguntó por plantillas. Para mí será una droguería menos en mi lista de proveedores.

En los tres casos deseé que en su escarapela apareciera el "cómo lo atiendo" y un teléfono, igual al "cómo conduzco" en los vehículos de servicio público, cuya efectividad desconozco, pero supongo que, como mínimo, ofrecen la posibilidad del desahogo.

Hasta hace un tiempo, el lastre de la mala atención lo cargaban, con creces, los empleados públicos, pero los de la empresa privada se contagiaron: vigilantes, empleados de los supermercados y un etcétera largo que cubre recepcionistas, secretarias y otros, inclusive, en los niveles más altos del organigrama.

Ignoro cuánto invierten las compañías en capacitar a sus empleados en servicio al cliente, pero la metodología no parece ser muy efectiva para todos. Tal vez se sientan mal remunerados, maltratados o poco estimulados, lo cierto es que muchos hacen alarde de desgano, insolencia y respuestas lacónicas que vuelven ripio al más amable de los clientes y se tiran el negocio en tres segundos.

No respondo por la veracidad de la cifra, pero dice el Dane que más de dos millones y medio de colombianos están sin empleo, qué escalofrío, y sin embargo algunos de los que hacen parte de la fuerza laboral, se arriesgan a patear el porta porque no le ponen ni pizca de valor agregado a su trabajo.

El catálogo incluye a los trabajadores independientes, taxistas sin devuelta y que, además, se enroscan porque uno va por donde ellos no pensaban pasar; a la señora malgeniada porque alguien confundido se acercó a su caseta a hacer un chance y resulta que era una venta de minutos; y a los informales, que limpian parabrisas o limpian parabrisas, sin opción de declinar la oferta.

Llámennos usuarios, consumidores, compradores, ahorradores o pacientes, siempre seremos mucho más que una estadística y, que yo sepa, seguimos siendo el activo más valioso de una empresa, sin importar el tamaño de ésta. Y que alguien les diga a los espantaclientes, por favor, que hay un término medio entre la cáscara amarga y la zalamería. Sin gruñir es posible la atención, y sin decir mi amor, mamita o amiguita, también. ¡Y hasta mejor!
extrido de elcolombiano.com

No hay comentarios.: