domingo, 23 de enero de 2011

El rincón de Elbace Restrepo


                                                                                                           Que trabajen los enfermos!


Elbacé Restrepo  Publicado el 23 de enero de 2011

Hace poco, en un programa de radio que me acompaña en la cocina mientras hago oficios varios, amenazaron con hablar del encanto de los meses. Activé mis parabólicas porque el tema me gustó.

Pensé que hablarían de enero, de sus amaneceres muy oscuros y sus días soleados. De febrero y de marzo por sus... Mejor dicho: esperé unas cabañuelas originales y simpáticas, que nos ayudaran a redescubrir lo maravilloso de las cosas sencillas que nos ofrece el día a día. Pero no, nos quedaron debiendo. Para ellos, el encanto de los meses se reduce a una condición: que tenga festivos. Si no, ¡nanay!, el mes no clasifica dentro de los preferidos del almanaque. Se me salió el aire, como el vapor de mi olla de presión: caliente y haciendo sssshhhh.

¡Qué contradicción! En un país como el nuestro, que ostenta índices de desempleo del 11 por ciento, el 90 por ciento -y hasta más- de los que trabajan, quieren vivir descansando a toda hora.

Los que buscan un empleo son muy diligentes, y hasta resignados, cuando empapelan la ciudad con sus hojas de vida. En ese momento les sirve "lo que sea" y el sueldo que sea, pero una vez que lo consiguen se dedican a criticar la empresa, al jefe, a hacer el trabajo con indiferencia y a hacer todo lo posible por perderlo.

Suelen amanecer depresivos el lunes; dicen ¡cuándo será viernes! desde el martes. El miércoles hacen fiesta porque se partió la semana y ya casi es viernes y el viernes gritan a todo pulmón ¡hoy es viernes!

Cuando reciben el primer sueldo y ya han olvidado que, mientras estaban buscando el empleo, no veían la hora de que fuera lunes otra vez, para salir a entregar hojas de vida, o para que hubiera posibilidades de recibir la llamada que confirmara una entrevista laboral, tan anhelada por meses y, a veces, por años.

Se tragaron el manoseado cuento de que "trabajar es tan maluco que hasta le pagan a uno". Y lo refuerzan: "Si el trabajo es salud, ¡que trabajen los enfermos!".

Me pregunto si en medio de sus rumbas de viernes o mientras disfrutan de un viaje de placer, los aburridos de la jornada laboral agradecerán por ese salario que se los permite. ¿Será?

Muy rico el descanso cuando se ha ganado, muy merecido y muy necesario, pero me parece que la gente que se queja de que el tiempo no corre, a las 9 de la mañana, está haciendo lo que no le gusta en el lugar equivocado, porque el que hace lo que le gusta se siente siempre en vacaciones.

Lo que un país produce es igual a la suma de lo que producen sus habitantes. Si perdura esa actitud de la ley del menor esfuerzo, de querer hacer lo menos posible y de esperar que los demás hagan por nosotros, seguiremos creciendo como la cola de las vacas: de para abajo. Incluso cada vez habrá menos para robar. Pero eso es harina de otro costal.
 
Extraido de Elcolombiano.com

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