domingo, 6 de febrero de 2011

El Rincón de Ebace Restrepo

De tumbo en tumbo
                                                      Elbacé Restrepo
                                       Publicado el 6 de febrero de 2011
Ciudad Bolívar

Inicialmente pensé titular De tombo en tombo , pero me dio pena con quienes enaltecen la existencia de la Policía Nacional, "instituida para proteger a todas las personas residentes en Colombia, en su vida, honra, bienes, creencias y demás derechos y libertades...".

Muy bonito, pero no aplica. No pasan quince días sin que la policía protagonice una situación vergonzosa que deja por el piso, arrastrada y zapateada, a la que debería ser la institución más respetable y respetada del país.

No tengo dudas de que existen policías comprometidos con los valores institucionales. Cuántos más o cuántos menos es irrelevante. Todos deberían estarlo y no hacer de ella un escampadero laboral, sino una posibilidad de realización profesional.

Un recuento de los escándalos de la Policía en los últimos años necesitaría varias páginas, porque el inventario es largo. El más reciente, servido en bandeja por cinco policías torturando hasta la muerte a una perra indefensa, me parece repugnante. Y no sólo por la perra. Reconozco que he matado zancudos muchas veces; que fumigo contra las cucarachas, porque me resulta insoportable la idea de convivir con ellas; que no me gusta que los perros de mis vecinos hagan popó en mi antejardín y que me cuesta entender que alguien pueda compartir habitación con un ratón, por muy Hámster que se llame. Pero quedarme impávida ante una tortura contra un ser vivo... ¡se conversa!

El video nos consternó. Mientras la perra se moría de dolor, ellos se morían de la risa. Y el país, indignado, cuestionaba la preparación que reciben los agentes antes de entregarles un bolillo, como mínimo.

Hay evidencias de abusos de poder, compra y venta de principios, entrenamientos a punta de torturas, castigos y pruebas infames en las escuelas de formación. Y no se necesita una pantalla: los he visto, en vivo y en directo, maltratando física y verbalmente a un "retenido" en un retén, porque habla, porque no habla, porque tiene documentos o porque no los tiene, porque no porta armas pero es sospechoso de cualquier paranoia del oficial de turno. Los errores no pueden confundirse con desviaciones de conducta.

A los "policiítas", casi imberbes, que vemos por docenas en las calles, no se les ven la convicción, la vocación ni la preparación por ninguna parte. Por el contrario, lo que nos generan casi siempre es recelo, dudas y poca confianza.

Se volvió rutina para el general Óscar Naranjo pedir perdón a las víctimas, a sus familias y al país por las embarradas de algunos agentes, que resaltan como una verruga de toda la cara. Pero no basta. Y tampoco basta la destitución.
Me pregunto si podrá existir algún cedazo para tamizar lo que no sirve y capacitar íntegramente lo que quede. Tal vez así la Policía Nacional dejara de dar un paso adelante y dos atrás y pudiera evitarse que nuestros tombos vayan, de tumbo en tumbo, hacia un abismo donde ya no queda casi nada de credibilidad ni de respeto hacia ellos. Y para que no parezca que el uniforme, lamentablemente, les quedó muy grande.

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