domingo, 13 de febrero de 2011

El Rincón de Elbace Eestrepo


Elbacé Restrepo


María Camila, a media luz

Elbacé Restrepo | Publicado el 13 de febrero de 2011
"Tienes la palabra", es el lema de EL COLOMBIANO, que pongo en práctica a continuación.

Los siguientes párrafos corresponden a una carta enviada al Inder sobre un suceso ocurrido durante la realización del evento XXVII Festival de Pony Fútbol, Copa Pony Malta 2010-2011, organizado por la Corporación Deportiva Los Paisitas y avalado y copatrocinado por el Inder, Indeportes Antioquia y Pony Malta.

Dicen los padres de María Camila:

"El pasado 30 de octubre asistimos a presenciar un partido en el que jugaba uno de nuestros hijos. Dicho evento se realizaba en las horas de la tarde en la cancha Antonio Nariño, del barrio San Javier.

Previo al partido de fútbol en el que participaría nuestro hijo, se estaba jugando el partido entre los equipos La Quiebra vs Independencia Uno, pertenecientes al grupo C. Algunos padres de familia de los niños integrantes de uno de los equipos se dedicaron a tirar pólvora (los llamados voladores), situación bochornosa, bastante irregular y especialmente peligrosa [?] Ninguna persona encargada de la organización del evento, ni el patrocinador, ni los copatrocinadores que hacen presencia en el escenario dijo nada, ni nadie impidió esta situación. Sólo nuestra hija, de trece años, se limitó a decir: "qué horror, vámonos de aquí" y sin terminar de decir la frase, uno de estos voladores, desafortunadamente, le cayó en su ojo izquierdo, desencadenando unas consecuencias que aún no se conocen en su totalidad?".

Hasta ahí la transcripción, pero las consecuencias ya se conocieron en su totalidad: María Camila ahora vive a media luz. Perdió la visión de su ojo izquierdo.

¡Y eso que había controles! No se podía ingresar a la cancha ninguna bebida diferente a la que patrocina el campeonato, pero había pólvora en las tribunas. ¡Válgame Dios! Perdimos el sentido común y, de paso, el de las proporciones.

Aunque el lugar estaba lleno de jugadores, padres de familia, planilleros, árbitros y personal vinculado a la organización, y pese a la gravedad del daño, la indiferencia le ganó por vergonzosa goleada a la responsabilidad social, que debería encajar con los principios del juego limpio, pues cuando se cometen errores se deben enfrentar y, de ser posible, remediar.

Los daños físicos y morales a veces son irreparables, pero el caso de María Camila debe ser un campanazo para los organizadores de cualquier evento de ciudad, que los obliga a concebirlos desde la prevención, para blindarse contra imprevistos de semejante naturaleza. ¡No se asume la pérdida de un ojo como si fuera la de un balón de fútbol!

Estoy segura de que el "deporte con sentido social" no es solamente un eslogan publicitario de Los Paisitas, una corporación que me encanta por sus objetivos, su misión, su visión, sus valores y los resultados obtenidos a lo largo de su existencia.

Ojalá todas las entidades implicadas se pronuncien y nos demuestren que la deshumanización, la indolencia y la violación de normas dentro de sus eventos, no hacen parte de su escala de valores. Y mucho menos por cuenta de cualquier irresponsable que las hace quedar como un soberano guayo.

Tienen la palabra.

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