lunes, 19 de diciembre de 2011

El Rincón de Elbacé Restrepo


¡Apágala!
Elbacé Restrepo | Publicado el 18 de diciembre de 2011
Emprender una campaña contra las emisoras vulgares en pleno diciembre puede ser tan utópico como tratar de agarrar una bolita de mercurio con los dedos, tan ineficaz como la ley que prohíbe la venta de cigarrillos menudeados o tan inútil como las cruzadas contra la oferta y la demanda de la pólvora.
Sin embargo, nos hemos unido un grupo de personas, en un grito vagabundo, contra las emisoras aguamaseras de cuyos contenidos es imposible rescatar algo edificante y constructivo. Y lo hacemos porque estamos en proceso de formación de hijos, nietos o sobrinos y soñamos con que algo de decencia haga parte de su equipaje de vida. La urgencia es manifiesta y la alerta es roja, pues estas frecuencias no sólo no son controladas por nadie sino que tienen mucha audiencia.
“Gózatela” es la palabra que acompaña la presentación de una de las tantas emisoras populares que vuelven al oyente un fleco. Gozátela…gente, es la misión. Irrespétala, llámala a las cinco de la mañana, gástale bromas pesadas, mete un borracho boquisucio a la cabina para aumentar la decadencia, rastrilla la mala educación ¡y a deleitarse a costillas del pueblo! Del ignorante pueblo, valga la aclaración.
Algunos consideran la inquietud como “chocheras de viejitos”. “Interesante, pero discutible”. La radio, concebida para entretener si no para educar, tampoco debería maleducar. Una cosa es el ambiente festivo y otra muy distinta hacer del micrófono una palangana para vomitar sobre sus oyentes. ¡Renueven!
Apagar la radio es una alternativa viable y respetable, pero poco práctica si no la apagamos todos. En casa es posible, pero no podemos apagar la del vecino, ni la de los espacios públicos. Ojalá pudiéramos apagar también las amenazas que atentan contra el bienestar del ser humano, pero la perilla on/off no funciona con el narcotráfico, la corrupción, el maltrato animal, la prostitución ni los secuestros.
Hace un tiempo escribí En el aire, Grosería estéreo, un clamor al Ministerio de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones, (ufff, me quedé sin aire), pero no dijo ni mu, ni lo dirá ahora, por más que nos paremos en las pestañas para exigir una gota de cultura en los programas dirigidos al público juvenil. Muchas de las entidades oficiales suelen ser sordomudas ante los ciudadanos, entre ellos la Comisión Nacional de Radio y Televisión, el Ministerio de Educación y Cultura y el del nombre larguísimo, que se abrevia TIC.
En nombre de la viejita que seré, y que chocharé, elevo mi voz por esta causa, aunque parezca perdida. Otro cuento contaríamos si se unieran los patrocinadores de estos espacios, entre los que hay marcas de gran reconocimiento, incluso una importante en el segmento de los supermercados, que deja en entredicho sus principios corporativos y los convierte en artículos de dudoso “consumo”.
Retomo el final de aquel artículo mencionado porque sigue vigente: “¿Estarán criando a sus hijos con la ayuda de estas lumbreras? Sospecho que ni se enteran de lo que oyen. Y tampoco deben saber a qué letrinas van a parar sus inversiones publicitarias”.

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